35 organizaciones públicas y privadas de diez países participan en el proyecto ICEBERG, financiado por la UE dentro del programa de Investigación e Innovación Horizonte 2020 (contrato 869336), que se propone abordar el reciclado y recuperación de algunos de los residuos más comunes de construcción y demolición: hormigón, cerámica, madera, yeso, espumas aislantes y materiales superaislantes. El proyecto está coordinado por el centro tecnológico vasco, TECNALIA, con reconocida trayectoria en el liderazgo de este tipo de programas europeos.
ENTREVISTA CON: David García Estévez. ICEBERG Project Manager (TECNALIA)
¿Dónde y cómo surge el proyecto ICEBERG?
ICEBERG es fruto de la reflexión de TECNALIA y otros centros de investigación sobre las necesidades del sector de la construcción, especialmente de edificios, para conseguir una mayor circularidad de los materiales. Tiene como antecedentes varios proyectos europeos (HISER, IRCOW, C2CA…) que sirven de punto de partida para el desarrollo y escalado de tecnologías que permitan una mejor identificación, separación, reciclado y reutilización de los materiales de construcción más comunes, incorporando también algunos más recientes como las espumas aislantes o los aerogeles.
Han pasado 6 meses desde el inicio, ¿en qué ámbitos están trabajando?
Los primeros meses han servido para poner en marcha las actividades de comunicación y de coordinación. Además, desde el comienzo se han abordado dos de las principales estrategias del proyecto: a) nuevas herramientas para mejorar la identificación, cuantificación y trazabilidad de materiales de construcción y b) desarrollo, integración y escalado de tecnologías de clasificación automática, purificación y reciclaje.
¿Qué esperan que pueda aportar ICEBERG al sector de la construcción y la demolición?
Las expectativas son muy altas, ya que ICEBERG pretende conseguir 35 resultados innovadores de aplicación real en el sector de la construcción: desde software para mejorar los procesos de demolición y trazabilidad de los residuos y materiales, hasta nuevos productos ecodiseñados fabricados con materiales recuperados, pasando por diversas tecnologías de reciclaje. La clave para conseguirlo en el marco temporal del proyecto reside en contar tanto con los desarrolladores de tecnologías como con empresas capaces de trasladar los requisitos y problemáticas reales del sector.
En el momento actual, ¿es imperativo que el sector incorpore cambios para cumplir con los objetivos que fija la UE?
“La economía circular no debe ser impuesta, sino entendida como una forma responsable de innovar y demostrar excelencia sobre la competencia”.
Los residuos de construcción y demolición (RCD) representan el 30% del total de residuos que se generan en la UE. Gran parte acaban en el vertedero, aunque muchos de los materiales podrían reutilizarse. Según estadísticas oficiales, únicamente 3 de los 27 miembros incumplen el objetivo propuesto de reciclar un 70% de estos residuos. Sin embargo, existe una gran dispersión de este valor en las diferentes regiones (desde 10% a 100%). Adicionalmente, es patente que muchos de estos residuos tienen un destino desconocido y que los procedimientos de trazabilidad y recogida de información deben ser mejorados.
¿Cuáles son los aspectos críticos en los que deben introducirse esos cambios?
No se trata exclusivamente de desarrollar herramientas y tecnologías. Desde luego es necesario hacerlo, y que además sean económicamente competitivas, pero deben ir acompañadas de medidas legislativas, económicas, normativas y de formación y concienciación del sector y el público general.
La economía circular no debe ser impuesta, sino entendida como una forma responsable de innovar y demostrar excelencia sobre la competencia. Para que sea económicamente viable, las administraciones deben considerar ajustar las tasas de entrega de residuos en función del grado de mezcla y contaminación. Del mismo modo, se deben perseguir y penalizar las prácticas ilegales.
¿Cuáles son los principales imperativos que manan de las Directivas europeas?
Hay un acuerdo general sobre la necesidad de una demolición altamente selectiva y una separación de residuos en obra. Esto debe ir sustentado en una identificación y cuantificación previa de los materiales presentes en el edificio a demoler, bien sea a partir de los estudios de gestión de residuos de los contratistas o de auditorías realizadas por expertos independientes.
La mayoría de las normativas nacionales transponen las directivas europeas en materia de separación de residuos, pero existen grandes diferencias sobre el volumen de los edificios o las cantidades límite de residuos que obligan a dicha separación.“El futuro pasa por construir con elementos diseñados de forma que sea posible su desmontaje y la recuperación individual de los materiales”
¿Es posible una construcción circular en el marco de la economía circular?
La mayor parte de los materiales usados en construcción tienen naturaleza inorgánica y no son peligrosos. Como resultado, una gran parte de estos residuos son positivamente valorizados como árido reciclado y usados, principalmente en obras civiles. Otros materiales (e.g. yeso y plásticos) tienen un reciclado teóricamente factible, pero en la realidad muy limitado por el nivel de contaminación que presentan o por el bajo precio de las materias primas originales.
Aunque en ICEBERG queremos dar respuesta a la problemática actual, tenemos en cuenta que la solución futura pasa por construir con elementos diseñados de forma que sea posible su desmontaje y recuperación individual de materiales. Por esto, realizaremos un ecodiseño de nuestros productos y demostraremos la fabricación, instalación y retirada de dichos elementos.
¿Le parece interesante el papel tractor del programa Horizon para favorecer e impulsar esa transformación?
Tanto en Horizonte 2020 como en Horizonte Europa aparecen identificados los retos relacionados con los residuos de construcción y demolición y la transición a una economía circular. Se trata de convocatorias competitivas con propuestas de alta excelencia técnica e impacto, por lo que deben ser trabajadas a un nivel de detalle muy alto. La distribución geográfica de los consorcios y los casos piloto, junto con las actividades de difusión, permiten trasladar las experiencias a una gran parte del sector.